La llegada de Miss Venezuela a Tailandia ha causado un gran revuelo en redes sociales, no solo por su imponente presencia sino también por la actitud que muchos describen como altiva.
Durante sus primeros encuentros con la prensa internacional, su forma de hablar y su lenguaje corporal reflejaron una confianza que algunos calificaron como exceso de orgullo.
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Esta impresión ha generado debate entre quienes la defienden como una mujer segura y quienes la ven con una actitud poco humilde.
En contraste, Lina Luaces, representante de Cuba, ha conquistado a todos con su dulzura, carisma y una elegancia natural que irradia en cada paso.
Su dominio del inglés, su trato cercano y su sencillez la han convertido en una de las favoritas del público tailandés.
Muchos aseguran que no se puede comparar el brillo sereno de Lina con la postura más rígida y calculada de la venezolana, que parece haber perdido conexión con la esencia del certamen.
Los medios locales y seguidores del Miss Universo han destacado que mientras Lina se muestra accesible.
Sonriente y amable con todos, la representante de Venezuela mantiene cierta distancia que podría jugarle en contra.
Este contraste ha sido tema central en entrevistas y publicaciones, donde la cubana es vista como un símbolo de humildad y autenticidad, dos cualidades muy valoradas por los jurados del concurso.
En medio de esta controversia, Lina Luaces sigue ganando apoyo internacional, mientras Miss Venezuela enfrenta la difícil tarea de revertir las críticas.
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