En una conversación íntima y cargada de emociones, Abraham Quintanilla se abrió como pocas veces ante la periodista María Elena Salinas.
No fue una entrevista más, fue un desahogo profundo de un padre que aprendió a vivir con la ausencia física de su hija.

Pero jamás con su silencio espiritual. Hablar de Selena Quintanilla, para Abraham, no era hablar de muerte, sino de permanencia.
Sigue leyendo el contenido de esta nota y ver un poco mas abajo la conversación y lo que hablo antes de partir con María Elena.

Abraham confesó que con el paso de los años entendió que Selena trascendió el tiempo.
Más allá de los escenarios, los premios y la tragedia, su hija se convirtió en un símbolo eterno de amor, identidad y luz.
“Selena no se fue”, expresó con la voz quebrada, “ella simplemente cambió de forma”. Para él, su música sigue siendo un puente entre este mundo y algo más grande, algo eterno.

Durante la charla, también habló del anhelo más profundo de todo padre que ha perdido a un hijo: el reencuentro.
Abraham no lo describió con miedo, sino con esperanza. Cree firmemente que el amor verdadero no termina con la muerte y que, cuando llegue el momento,

Selena lo estará esperando con esa sonrisa que conquistó al mundo. No como la estrella, sino como la hija que siempre fue.
María Elena Salinas escuchó en silencio, consciente de que no estaba frente a una figura pública, sino frente a un hombre que convirtió el dolor en legado.

Abraham reflexionó que la misión de Selena continúa viva en cada fan que la recuerda, en cada joven que encuentra fuerza en su historia y en cada canción que aún provoca lágrimas y sonrisas.
Hablar de Selena más allá de la muerte es hablar de eternidad. Y para Abraham Quintanilla, el adiós nunca ha sido definitivo, solo una pausa antes del reencuentro.
MIRA AQUI EL VIDEO
Ver esta publicación en Instagram
